domingo, 17 de noviembre de 2019





HACIA LA BELLEZA
               

David Foenkinos (París, 1974) es Licenciado en Letras por la Universidad de La Sorbona y tiene una amplia formación como músico de jazz. Publicó su primer libro en 2002, si bien no fue hasta 2004 cuando su carrera literaria comenzó a despegar con “El potencial erótico de mi mujer”. Autor de varias novelas y una biografía novelada de John Lennon, sus dos obras más destacadas han sido “La delicadeza” (2009) llevada después al cine por el propio autor como codirector, y “Charlotte” (2015) premiada con varios galardones entre ellos el Premio Goncourt des Lycéens. “Hacia la belleza” es su última novela, publicada en 2018. En España por Alfaguara en 2019.


Movida, como tantas veces, por el título y la portada del libro, me animé a participar a distancia en una de las novelas propuestas en el Club de Lectura “Corazón de María” de Madrid. Había oído hablar del libro y me había llamado la atención el título tan sublime. Qué mejor ocasión.
           
         Antoine Duris es profesor en la Escuela de Bellas Artes de Lyon. Se ha separado de Louise después de siete años de convivencia. Ha continuado su vida como ha podido. De la noche a la mañana deja todo lo que tenía y se traslada a París. Anticipándose a preguntas de familiares y conocidos argumenta que se retira para escribir un libro y que no estará para nadie durante un tiempo. Con el fin de encontrar un trabajo y movido por una especie de premonición se presenta al puesto de vigilante del Museo de Orsay, lo que, dado su curriculum, crea gran desconcierto en la responsable de recursos humanos, Mathilde Mattel, encargada de la selección de personal, con la que establece un vínculo especial originado por el amor a la pintura que ambos comparten. A él le parece el trabajo perfecto para conseguir una aparente “invisibilidad”, ya que los vigilantes de museos no existen para la multitud que los visita.
            
        Obtiene el puesto y le destinan a vigilar la recién estrenada retrospectiva sobre Modigliani, casualmente el pintor sobre el que hizo su tesis años antes. Concretamente su silla de vigilante se sitúa delante del retrato de Jeanne Hébuterne, que fuera pareja del artista en sus últimos años y de trágico destino. Durante las horas de trabajo contempla la pintura e incluso se comunica con ella entre el gentío de turistas que suele abarrotar la sala de exposiciones y siempre que sus obligaciones se lo permiten.
            
          Antoine lo que quiere es desaparecer, destruir cualquier vínculo con el mundo, tanto con el que tenía como con el que ahora tiene. Sabedor de que cuánto más invisible quieras ser más visible te haces frente a la sociedad que te rodea, se esfuerza por participar del indispensable juego social necesario para sobrevivir: “de nuevo la incongruencia de tener que mostrarse lo bastante sociable como para no llamar la atención”. Pero detrás de su estado depresivo y decaído se esconde la historia de otra protagonista: Camille Perrotin, desarrollada en la segunda y en la tercera parte de libro de forma paralela a la vida de Antoine, hasta que sus caminos se cruzan cuando Camille llega a ser su alumna y llama la atención del profesor por su brillantez. Sin embargo, Camille lleva consigo un drama personal que mantiene en secreto y que combate con su pasión por la pintura y el poder cicatrizador de la belleza: “Las tristezas se olvidan con Botticelli, los miedos se atenúan con Rembrandt y las penas se reducen con Chagall”.

Debido a un error en su trabajo consecuencia de sus vastos conocimientos artísticos, recupera su antiguo ser y decide volver a Lyon. Con la ayuda de Mathilde descubrirá que el sentimiento de culpa que le llevó a huir e intentar desligarse de toda su vida no tenía razón de ser. Las cosas, a veces, no son lo que parecen o no son lo que pensamos que son dejándonos llevar por hechos externos y apariencias. 

Aficionada al cine francés, leer “Hacia la belleza” ha provocado una continua visualización de secuencias de fotogramas de una buena película francesa: allí estaban François Cluzet, Sophie Marceau, Fabrice Luchini o Juliette Binoche por nombrar a algunos, desenvolviéndose en los diferentes decorados por los que transcurre la historia los cuales, sin describirse en la páginas, son perfectamente identificables en nuestra imaginación a medida que avanzamos en la lectura. 
            
          Ha sido la primera obra de Foenkinos que ha llegado a mis manos y puedo afirmar que “Hacia la belleza”, con sus escasas doscientas páginas, es una hermosa novela, intimista, filosófica y en cierto modo esperanzadora. Una muestra de cómo “la belleza es siempre el mejor recurso contra la incertidumbre”, pero también de cómo el amor por el arte puede sustentar una existencia y de que es posible alcanzar la redención y el perdonarse a uno mismo a través del camino que nos lleva a la contemplación de la belleza.  


https://citaenlaglorieta.blogspot.com/2019/11/resena-de-hacia-la-belleza-de-david.html