domingo, 29 de septiembre de 2019


FACHADAS DE PRAGA



   En el año 2002 estuve en Praga, recién acaecida una de las mayores inundaciones que se recuerdan en esta ciudad. De esta forma evité las grandes masas de turistas. Hace unos días volví a Praga. Me planteo desde hace años si el turismo acaba con el turismo. El centro de la ciudad está totalmente colapsado de ingentes grupos de personas, en las que inevitablemente estoy incluida, lo cual demuestra lo hermosa que es esta ciudad, que, pese a ello, no pierde su encanto. Bien inmersa en el gentío turístico, bien intentando escapar de él, he logrado por momentos aislarme para extraer, visual y emocionalmente, bellas imágenes que sin duda y a pesar de todo, alimentan el espíritu viajero que siempre me acompaña.  





  • jueves, 19 de septiembre de 2019


    "El sombrero de Vermeer", una original forma de relatar Historia asomándose a ella desde la pintura holandesa del siglo XVII

        https://citaenlaglorieta.blogspot.com/2019/09/resena-de-ei-sombrero-de-vermeer-de.html


          Timothy Brook (Toronto 1951) es escritor, historiador y sinólogo. Autor de varias obras y profesor de estudios sobre China en la Universidad de la Columbia Británica de Vancouver. Por esta obra ganó el Mark Lynton History Prize en 2009. En España se publica en abril de 2019 por Tusquets Editores.
             Vuelvo a escribir sobre un libro que, si bien me fue recomendado, también me atrajo por su portada y su título. Vermeer ejerce un influjo que me lleva a considerarlo consustancial a mi persona, como si formara parte de mí, y no sólo por las consecuencias que contemplar su pintura me provoca.
             La obra se estructura en varios capítulos en los que se parte de ocho obras: cinco cuadros de Vermeer, otro de Hendrik van der Burch, uno de Leonaert Bramer y un plato de cerámica de Delft. La excusa son las obras, por más que dicha excusa no necesite justificación alguna.
             Partiendo de cada uno de los cuadros y de la cerámica, y tomando como referencia alguno de los objetos que figuran en las obras, Brook nos introduce de lleno en el siglo XVII valiéndose en buena parte de la técnica francesa del “trompe l’oeil” o trampantojo, que provoca una intensificación de la realidad plasmada, tal y como lo hacía Vermeer. Y  Brook nos lleva a través de esas obras a temas, lugares, hechos, que no aparecen de forma explícita. El autor quiere que estas obras, a partir de algún motivo reflejado en ellas, humano o material, sean una ventana hacia la historia, concretamente hacia el siglo XVII. El mismo autor lo explica de la siguiente forma: Si consideramos los objetos que aparecen en ellos no como piezas de atrezo visibles a través de las ventanas, sino como puertas que es preciso abrir, nos introduciremos en pasajes que conducen a descubrimientos sobre el mundo del siglo XVII que los mismos cuadros no reconocen, y de los que el propio pintor probablemente no era consciente. Detrás de estas puertas discurren corredores inesperados y caminos ignotos que vinculan nuestro confuso presente —hasta extremos que no podríamos haber imaginado, y de maneras que nos sorprenderán— a un pasado que no era en absoluto sencillo. Si existe un tema recurrente en el complejo pasado de la Delft del siglo XVII, como mostrará cada objeto que examinemos en estos cuadros, es que Delft no era una ciudad aislada. Existía dentro de un mundo que se extendía hacia el exterior, hasta abarcar todo el planeta”.
             De esta forma capítulo a capítulo se van abriendo puertas, partiendo siempre de los cuadros: la creación de la “VOC” o Compañía de las Indias Orientales, primera gran sociedad anónima del mundo en el capitalismo incipiente; la búsqueda a través de los Grandes Lagos en Canadá de una vía directa hacia China y el comercio de la piel de castor que permitía el fieltro de alta calidad para fabricar los mejores sombreros, en una época en que el sombrero era pieza importante para determinar el estatus; el descubrimiento y la importancia, social y económica, que la porcelana china tuvo en este siglo; el desarrollo de la cartografía como herramienta fundamental para las comunicaciones marítimas que aumentaban exponencialmente y que produjeron una auténtico maremágnum de mercancías y personas; el origen, las propiedades, la difusión, el comercio del tabaco y su asunción por parte de europeos y asiáticos; la importancia que la plata tuvo, cobrando vida propia como mercancía global, lo que lleva al autor a enlazar con la intensa relación comercial entre China y Filipinas, especialmente Manila dominada por los españoles, y las rutas transoceánicas como consecuencia de los intereses económicos originados por este metal, de tal forma que “el metal extraído en un continente pagaba los artículos manufacturados en otro para que se consumieran en un tercero”; el amplio mundo de desplazamientos y movimientos humanos, viajes que ocasionaron servidumbre y desarraigo y a veces también arraigos y asentamientos vitalicios en tierras lejanas y diferentes a aquellas en que se nació y creció.
    Si el siglo XVI fue un siglo de descubrimientos y los posteriores nos traen el imperialismo, el siglo XVII fue un siglo de conexiones, de encuentros e intercambios, de comunicación y por ello, tal y como señala Brook, de improvisación, de crecimiento constante a través de una serie de redes que se ramifican a su vez y generan el comienzo de la globalización. Desde la óptica cultural el autor cita al historiador cubano Fernando Ortiz que resume de manera excepcional la realidad de entonces, denominándola “transculturación” o proceso por el cual los hábitos y rasgos de una cultura se desplazan a otra hasta el punto de pasar a formar parte de ésta, y a su vez cambian la cultura en la que se han introducido.
    La obra incurre en algunos tópicos, siempre perdonables a mi juicio, y en ocasiones adolece de excesivos datos contables. Es indudable, por otra parte, que el autor ha aprovechado sus vastos conocimientos históricos y sociológicos, especialmente sobre la historia y la cultura china. Sin embargo no por ello desmerece, encontrando una vía ciertamente original para hacernos llegar aspectos muy variados de los albores del mundo globalizado. A fin de cuentas ha escogido una de las mejores ventanas desde la que asomarse a ese mundo (si no la mejor): JOHANNES VERMEER.  

    domingo, 8 de septiembre de 2019


         MI ABUELA Y CAMILO SESTO

               Domingo, 8 de septiembre de 2019. He llegado de la guardia del  Juzgado y el final del telediario me informa que ha fallecido Camilo Sesto. De golpe mi mente se ha desentendido de las asistencias a detenidos de toda la mañana. En un vuelco rotundo del subconsciente, empecé a tararear “jamás, jamás, he dejado de ser tuyo, lo digo con orgullo …”, “vivir así es morir de amor, por amor tengo el alma herida ….”, “el amor de mi vida has sido tú…” Y tantas otras.

                Camilo Sesto, como Nino Bravo, Raphael, Manolo Escobar y algunos más, va pegado a mi infancia y temprana adolescencia, a esos días dorados de septiembre que pasaba en el pueblo de mi abuela. Camilo Sesto también me lleva, como tanto, a mi abuela María.
              
               Mi abuela tenía una prima lejana, la tía Elvira. La tía Elvira era soltera y tenía coche. Las comunicaciones con el pueblo de mi familia materna no eran directas y había que ir en autobús hasta Puerto Lumbreras, en la carretera hacia Murcia. Mis hermanos y yo, solos y con menos de diez años, nos bajábamos del autobús y allí nos esperaba la tía Elvira con su seiscientos y la abuela. Al estar el mar cerca, mi abuela inventaba algún día hacer una excursión a alguna playa cercana, Terreros o Garrucha y allí que nos montábamos, con esa libertad que nos daba el ambiente que mi abuela desprendía, o quizás creaba para nosotros. El coche de la tía Elvira tenía un “casette” de esos de cintas gordas y muchas veces en el camino hacia el pueblo, o en las pequeñas excursiones (entonces grandes aventuras) sonaba Camilo Sesto, entre conversadera y conversadera porque ellas no paraban. Camilo Sesto quedaba como música de fondo.

    Después del luto riguroso de los años 60, mi abuela empezó a hacer pequeñas escapadas veraniegas a residencias y sencillos hoteles de la costa murciana y levantina. Las hacía con parientes y amigas de su pueblo, algunas viudas, muchas solteras, algún matrimonio. Camilo Sesto actuaba siempre en esa zona. Por allí nació a fin de cuentas. Yo siempre temía, con absoluto terror, que mi abuela se quedara, pero ella siempre volvía a su pueblo, para mi gran fortuna. Y un año apareció con una gran noticia: Camilo Sesto se había hospedado en su hotel y lo habían conocido en persona pues ni corta ni perezosa y con la viveza que la caracterizaba se presentó ante él y Camilo Sesto la saludó y se entretuvo con ella un rato. Recuerdo como si fuera ayer esas expresiones de alegría explicando cómo fue el encuentro con el ídolo del momento.

                Sinceramente si me gustaba era porque le gustaba a mi abuela. Era demasiado pequeña para calibrar la perfección de sus facciones o la potencia de su voz. Gustándole a ella tenía que ser algo bueno. Dada mi afición a todo lo relacionado con el lenguaje, me dedicaba a aprovechar de él las palabras de sus canciones. En una época en que el acceso a la lectura apropiada a mi edad no era tan fácil como ahora, me entretenía desmembrando el significado de sus letras: cómo llegar a entender que algo de ti se está muriendo cuando tienes ocho o nueve años o esa insistencia con que clamaba “perdóname”. En la ingenuidad de mi infancia intentaba averiguar qué habría hecho para solicitar tanto perdón. Creo que no se lo pregunté nunca a mi abuela. Ahora lo haría.

                Mientras escribo esto he puesto en youtube canciones de Camilo Sesto. Por eso de seguir tarareando con cierta precisión. Todas ellas van dedicadas a mi abuela María. Hoy, también, algo de mí se va muriendo, con la nostalgia que te traen los recuerdos, revividos momentos, resurgidos por la muerte de un cantante. Sin embargo quiero pensar que mientras exista la palabra, mi corazón esperará siempre, como Machado, hacia la luz y hacia la vida. Por eso hoy, allá donde estés, te llegará esta melodía.   

    https://youtu.be/_sTeDba7eHA