domingo, 8 de septiembre de 2019


     MI ABUELA Y CAMILO SESTO

           Domingo, 8 de septiembre de 2019. He llegado de la guardia del  Juzgado y el final del telediario me informa que ha fallecido Camilo Sesto. De golpe mi mente se ha desentendido de las asistencias a detenidos de toda la mañana. En un vuelco rotundo del subconsciente, empecé a tararear “jamás, jamás, he dejado de ser tuyo, lo digo con orgullo …”, “vivir así es morir de amor, por amor tengo el alma herida ….”, “el amor de mi vida has sido tú…” Y tantas otras.

            Camilo Sesto, como Nino Bravo, Raphael, Manolo Escobar y algunos más, va pegado a mi infancia y temprana adolescencia, a esos días dorados de septiembre que pasaba en el pueblo de mi abuela. Camilo Sesto también me lleva, como tanto, a mi abuela María.
          
           Mi abuela tenía una prima lejana, la tía Elvira. La tía Elvira era soltera y tenía coche. Las comunicaciones con el pueblo de mi familia materna no eran directas y había que ir en autobús hasta Puerto Lumbreras, en la carretera hacia Murcia. Mis hermanos y yo, solos y con menos de diez años, nos bajábamos del autobús y allí nos esperaba la tía Elvira con su seiscientos y la abuela. Al estar el mar cerca, mi abuela inventaba algún día hacer una excursión a alguna playa cercana, Terreros o Garrucha y allí que nos montábamos, con esa libertad que nos daba el ambiente que mi abuela desprendía, o quizás creaba para nosotros. El coche de la tía Elvira tenía un “casette” de esos de cintas gordas y muchas veces en el camino hacia el pueblo, o en las pequeñas excursiones (entonces grandes aventuras) sonaba Camilo Sesto, entre conversadera y conversadera porque ellas no paraban. Camilo Sesto quedaba como música de fondo.

Después del luto riguroso de los años 60, mi abuela empezó a hacer pequeñas escapadas veraniegas a residencias y sencillos hoteles de la costa murciana y levantina. Las hacía con parientes y amigas de su pueblo, algunas viudas, muchas solteras, algún matrimonio. Camilo Sesto actuaba siempre en esa zona. Por allí nació a fin de cuentas. Yo siempre temía, con absoluto terror, que mi abuela se quedara, pero ella siempre volvía a su pueblo, para mi gran fortuna. Y un año apareció con una gran noticia: Camilo Sesto se había hospedado en su hotel y lo habían conocido en persona pues ni corta ni perezosa y con la viveza que la caracterizaba se presentó ante él y Camilo Sesto la saludó y se entretuvo con ella un rato. Recuerdo como si fuera ayer esas expresiones de alegría explicando cómo fue el encuentro con el ídolo del momento.

            Sinceramente si me gustaba era porque le gustaba a mi abuela. Era demasiado pequeña para calibrar la perfección de sus facciones o la potencia de su voz. Gustándole a ella tenía que ser algo bueno. Dada mi afición a todo lo relacionado con el lenguaje, me dedicaba a aprovechar de él las palabras de sus canciones. En una época en que el acceso a la lectura apropiada a mi edad no era tan fácil como ahora, me entretenía desmembrando el significado de sus letras: cómo llegar a entender que algo de ti se está muriendo cuando tienes ocho o nueve años o esa insistencia con que clamaba “perdóname”. En la ingenuidad de mi infancia intentaba averiguar qué habría hecho para solicitar tanto perdón. Creo que no se lo pregunté nunca a mi abuela. Ahora lo haría.

            Mientras escribo esto he puesto en youtube canciones de Camilo Sesto. Por eso de seguir tarareando con cierta precisión. Todas ellas van dedicadas a mi abuela María. Hoy, también, algo de mí se va muriendo, con la nostalgia que te traen los recuerdos, revividos momentos, resurgidos por la muerte de un cantante. Sin embargo quiero pensar que mientras exista la palabra, mi corazón esperará siempre, como Machado, hacia la luz y hacia la vida. Por eso hoy, allá donde estés, te llegará esta melodía.   

https://youtu.be/_sTeDba7eHA



1 comentario:

  1. Precioso homenaje a la abuela María y a Camilo (y también a la tía Elvira 😁).

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