domingo, 6 de septiembre de 2020

                                   

        

DESASOSIEGO


          Paseando por Twitter me enteré que recientemente en Lisboa se ha reabierto la Casa de Fernando Pessoa, tras una completa renovación. En su corta vida vivió en numerosos inmuebles pero es en ésta en la que permaneció quince años. Ahora alberga su museo.

            A los que amamos Portugal y sobre todo Lisboa leer este tipo de noticias nos trae un fado de música de fondo, la imagen del río Tajo en su inmensidad, el color de la tarde sobre la ciudad y el “Libro del desasosiego”.

Llevaba semanas intentando encontrar una palabra definitoria del estado de ánimo en el que me encuentro. Pessoa me la ha proporcionado. Por esas conexiones internas del cerebro, y quiero pensar que también del corazón, la reapertura de la Casa Museo de Pessoa me ha llevado directamente a su obra el “Libro del desasosiego”. Paradójicamente me ha producido sosiego el poder definir como desasosiego el singular estado en el que me hallo.

En estos últimos meses tan difusos, algo surrealistas e inseguros, llenos de incertidumbres, no cabía ni siquiera aplicar, recordando a Campoamor, ese principio relativista que tanto ayuda para asentarse y dejar pasar la vida diciéndose a una misma que nada es verdad ni es mentira sino que todo depende del cristal con que se mira. Ya ni siquiera me fío del cristal. Así que Pessoa, que siempre ayuda, lo ha vuelto a hacer.

Confieso que prefiero los poemas de Pessoa, que leo esporádicamente para luego dejarlos volar. También lo hago con Antonio Machado y algún otro. Coges uno, te recreas con él o en él y luego lo dejas volar, para que siga perteneciendo al país de las letras encantadas. Sin embargo es inútil sustraerse a un título tan preciso como “El libro del desasosiego”, máxime si todo a tu alrededor y más allá parece impregnado de un halo indefinible no muy halagüeño, incluso aquí, en el sur de España, donde el otoño se retrasa y la luz se niega a desaparecer.

Pessoa plasma en este libro sus divagaciones, reflexiones, ensueños, incertidumbres, en medio de su vida cotidiana e imagino que en ocasiones tediosa, dejando escritos pasajes íntimos. Pessoa lo ha conseguido de nuevo. Debo asumir que me siento en un estado de “febril desasosiego”.

No obstante, y en el afán de agarrarme a la vida, seguiremos intentándolo, también con Pessoa:

“Para ser grande, se entero: nada

tuyo exageres o excluyas.

Sé todo en cada cosa.  Pon cuanto eres

en lo mínimo que hagas

Por eso la luna brilla toda en cada lago,

porque alta vive.”